Desolada y perdida en el desierto de la triste amargura, se
encontraba la cabeza que, ya en el pasado, olvidó cómo se traza el rumbo de la
vida. En la mayor de las penumbras y sumergido en el húmedo pantano de la melancolía,
se encuentra un corazón marchito, que añora épocas pasadas. Inerte y a la
deriva, semiflota un blando cuerpo que parece abandonado desde hace tiempo.
Todo distinto, cada día todo nuevo, diferente pero familiar,
un sol parecido al de ayer, pero no igual, una sonrisa prácticamente idéntica,
pero totalmente diferente. Lo que ayer estaba bien hoy no funciona y lo que en
antaño ocupaba nuestra capacidad de preocupación, ya no la altera. ¿Qué fue de esa máquina de sueños alojada en
la cabeza? Estropeada, parece ser, estropeada y sin arreglo, o eso es lo que a
veces se concluye.
De la sonrisa hace ya tiempo que no se habla, Don Dinero y
sus secuaces se la llevaron lunas atrás, se dice que la retienen para solo
poder disfrutar ellos de su compañía, pues la avaricia aplacó a la humanidad de
sus corazones, envolviendo sus mentes y tapando sus retinas con ansias de poder
y de riquezas.
La esperanza se retiró del combate, pues sin su compañera,
ahora secuestrada, no tenía fuerzas para continuar, la lucha parece llegar a su
fin, aunque hay quien habla de sonrisas ocultas entre calles anaranjadas, hay
quien dice que aún la gente se enamora, mira a su pareja a los ojos y es capaz
de sonreír, soñar de la manera más sincera que el universo conozca. Se rumorea
también que la camaradería entre algunas de esas pequeñas criaturas llamadas
personas aún late, de forma constante y tenaz y por último hay locos y locas
que hablan de que la sonrisa nunca fue secuestrada, pues habita en cada uno de
nosotros, al igual que la esperanza, la felicidad, el amor, la amistad y dicen
que eso son cosas que nunca se nos puede arrebatar.
Quien crea que le ha
sido arrancada la sonrisa debe buscar en ese pantano melancólico y atravesar el
desierto desolado de su cabecita, para encontrar el punto en el que la sonrisa
se desprendió de nuestro lado y recuperarla, dicen los locos y locas.
Lo cierto es que sentado en mitad de una madrugada extraña,
tras embalar parte de mí en cajitas, pienso que esas pequeñas partes de mí lo
son porque lo permito y enseguida caigo en la cuenta de que también puedo hacer
que la sonrisa, el amor, y lo que quiera en realidad, puede ser parte de mí. En
ese momento unas vibraciones positivas recorren mi cuerpo, me hacen sonreír y pensar
que no es necesario seguir escribiendo, solo acostarme con una sonrisa, la
misma con la que corresponderé al sol con sus primeros rayos de luz, tan
familiares y tan nuevos en este próximo día.
“No hay nada peor en
esta vida como el perder aquello que te identifica, por ello, conócete, cuídate
y nunca olvides que tú eres lo que cuides tu ser”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario