miércoles, 25 de junio de 2014

Que os den.

No es la primera vez que escribo acerca de la hipocresía, de la falta de educación y de humanidad en esta patética sociedad. Tampoco es novedoso que hable de mi cansancio por convivir con seres tan egoístas como lo son los seres humanos, pero quizás sí sea la primera vez que escribo acerca de todo esto desde un punto de vista tan hastiado:
Desde hace mucho tiempo, decidí que iba a tomar el camino contrario al resto de personas, decidí que mis armas serían las sonrisas, los abrazos y la inteligencia. Tomé esa decisión y aguante, luché por que otras personas entendieran el por qué hacía eso, intenté hacer ver a otros muchos que una persona tiene el mismo valor que otra y que nunca se ha de tratar a las mismas como objetos desechables que no sirven sino es para satisfacciones propias. Traté de hacer todo eso y mucho más y solo encontré problemas. Por hablar con sinceridad vi como personas a las que consideraba amigas se oponían a mí sin aceptar lo que decía. Por actuar con principios muchas veces me quede solo.
Por intentar mejorar esta puta bola de mierda a la que llamamos mundo, me vi solo, enfrentado a medio mundo y desconfiando de mis iguales, me encontré odiando a muchos y condenando con mi mirada a otros. Y es que llega un momento en el que el egoísmo gana, la ambición por conseguir el bienestar que venden por televisión, radio, redes sociales y hasta en el aire,  vence a los principios más férreos de cualquier estúpido soñador que pretenda cambiar el mundo, aunque solo sea de manera minúscula. Llega un momento en el que la hipocresía, la falsedad y la soledad vencen al tonto que se opone a ser una puñetera oveja más del gran rebaño al que llamamos sociedad. Se llega a un punto en el que se desea ser un inconsciente más, de esos que solo luchan por tener un pelo bonito a juego con su ropa de marca, su Smartphone, sus voluminosas gafas y sus refrescos adictivos y no ser en absoluto consciente de nada más.

Por muy tenaz que seas, por mucha voluntad que tengas, el que nunca se valoren tus esfuerzos para mejorar el mundo, indiferentemente de la escala a la que se pretenda, anula toda fuerza posible. Admito que probablemente este sea el texto más personal que escriba en mi vida, a la vez el texto que más odio y que menos me gusta, pero quizás esta sea mi única vía de escape pacífica, en la que pueda poner de manifiesto lo cansado que estoy de las personas, esos seres vivos que aunque consideres tus amigos, te fallarán.
Ignoro si mi pensamiento actual cambiará a mejor en un futuro, pero por ahora solo veo que las cosas funcionan si uno es peor que todos los demás por lo que...
¡Qué os den!

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