No es la primera vez que escribo acerca de la hipocresía, de
la falta de educación y de humanidad en esta patética sociedad. Tampoco es
novedoso que hable de mi cansancio por convivir con seres tan egoístas como lo
son los seres humanos, pero quizás sí sea la primera vez que escribo acerca de
todo esto desde un punto de vista tan hastiado:
Desde hace mucho tiempo, decidí que iba a tomar el camino
contrario al resto de personas, decidí que mis armas serían las sonrisas, los
abrazos y la inteligencia. Tomé esa decisión y aguante, luché por que otras
personas entendieran el por qué hacía eso, intenté hacer ver a otros muchos que
una persona tiene el mismo valor que otra y que nunca se ha de tratar a las
mismas como objetos desechables que no sirven sino es para satisfacciones
propias. Traté de hacer todo eso y mucho más y solo encontré problemas. Por
hablar con sinceridad vi como personas a las que consideraba amigas se oponían
a mí sin aceptar lo que decía. Por actuar con principios muchas veces me quede
solo.
Por intentar mejorar esta puta bola de mierda a la que
llamamos mundo, me vi solo, enfrentado a medio mundo y desconfiando de mis
iguales, me encontré odiando a muchos y condenando con mi mirada a otros. Y es
que llega un momento en el que el egoísmo gana, la ambición por conseguir el
bienestar que venden por televisión, radio, redes sociales y hasta en el aire, vence a los principios más férreos de
cualquier estúpido soñador que pretenda cambiar el mundo, aunque solo sea de
manera minúscula. Llega un momento en el que la hipocresía, la falsedad y la
soledad vencen al tonto que se opone a ser una puñetera oveja más del gran
rebaño al que llamamos sociedad. Se llega a un punto en el que se desea ser un
inconsciente más, de esos que solo luchan por tener un pelo bonito a juego con
su ropa de marca, su Smartphone, sus voluminosas gafas y sus refrescos
adictivos y no ser en absoluto consciente de nada más.
Por muy tenaz que seas, por mucha voluntad que tengas, el
que nunca se valoren tus esfuerzos para mejorar el mundo, indiferentemente de
la escala a la que se pretenda, anula toda fuerza posible. Admito que
probablemente este sea el texto más personal que escriba en mi vida, a la vez
el texto que más odio y que menos me gusta, pero quizás esta sea mi única vía
de escape pacífica, en la que pueda poner de manifiesto lo cansado que estoy de
las personas, esos seres vivos que aunque consideres tus amigos, te fallarán.
Ignoro si mi pensamiento actual cambiará a mejor en un futuro, pero por ahora solo veo que las cosas funcionan si uno es peor que todos los demás por lo que...
¡Qué os den!
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