lunes, 28 de septiembre de 2015

Las cabezas inquitas

Sentar la cabeza... ¿Acaso hay una composición de palabras con tan mala intención como esta? A menudo no nos paramos a pensar en lo malo y lo bueno que tienen nuestras expresiones, pero lo cierto es que empiezo a cansarme de escuchar en particular lo de que "debemos sentar la cabeza". Y la verdad es que me cansa por que la intención de esta frase es cortar las alas de todas las personas que se plantean ser diferentes al maldito rebaño, al que llamamos sociedad. Solemos escuchar esta oración dirigida a un adolescente que se niega a centrarse en los estudios, por que su pasión está alejada de estos. O enfocada a un adulto que se negó a seguir la pirámide de adquisiciones capitalistas, a saber, comprarse un coche, una casa, crear una familia, cambiar de coche, hipotecarse en una segunda casa... También son víctimas de este ataque aquellas personas que no encuentran fácilmente el amor o que simplemente conciben el amor de una forma diferente a la mayoría y otras muchas personas que, por el simple hecho de pensar o actuar de manera diferente a la norma, se las considera tarambanas, irresponsables, de poco fiar, son cabezas inquietas.
No me preocupa la existencia de aquellos "sentadores de cabezas", de aquellos que se tiran toda la vida diciendo eso de que tenemos que sentar la cabeza, lo que realmente me preocupa, es que aquellas personas que sienten el mundo de otra manera, se avergüencen por no ser parecidos a la norma, me da miedo el hecho de pensar que esas personas, locas para algunos, por miedo escondan lo que realmente son y sienten su cabeza, pues no son los aburridos y normales los que cambian el mundo y lo llenan de color, ya que esa tarea corresponde a las cabezas inquietas.

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