miércoles, 19 de agosto de 2015

La caída de los de arriba

He de reconocer que nunca pensé que se llegaría a esta situación. Estamos abandonados por todos y cada uno de los frentes que prometían de un modo u otro protegernos, ayudarnos o apoyarnos. El panorama social se va a pique, miles de personas –y cada vez más- ya duermen en la calle, sin nada que comer más que tristes pensamientos acerca de la muerte, pensamientos de odio hacía ellos mismos por culpa de aquellos que le robaron de manera legal su hogar. Los niños pasan hambre, los padres y madres no pueden permitirse comprarle un nuevo uniforme para el colegio. Los adultos mal-trabajan sin contrato en donde sea para poder alimentar a su familia, arriesgando su salud sin seguridad alguna.

Por otro lado ellos son más ricos que antes, desperdiciando y despilfarrando todo el dinero que les es posible y aun así no se les acaba nunca, a golpe de nuevas leyes recaudan el dinero que la gente ya no tiene, con escusas que bien son peores que las ordenes de aquel que una vez y por desgracia, fuera caudillo de España, ordenaba. Así pues podemos ver a una mujer sancionada por tomar una fotografía de un coche de policía mal aparcado, personas multadas por divulgar en sus propias redes sociales información acerca de encuentros de grupos de personas que buscan un cambio pacífico. Personas detenidas por vestir camisetas que cuestionan la eficacia de nuestra democracia…

De verdad que no imaginé que fuéramos capaces de aguantar tanto y tampoco sé hasta cuanto más vamos a resistir así, lo único que tengo claro es que mi visión del mundo ha cambiado, donde antes ponía el diálogo como solución ahora pongo la sangre y, es que, en esta sociedad española no se nos permite buscar un cambio, requerido por la mayoría, de forma pacífica y eso es un gran error ya que cuando la mayoría exige un cambio, por las buenas o por las malas lo tendrá.


No trato de apoyar a
ningún tipo de movimiento violento, trato de devolver la violencia estructural que los de arriba no paran de aplicar contra nosotros y que les estalle en la cara. Trato de comenzar a seguirles el juego, porque ya está bien de que sean ellos los únicos que puedan jugar con las masas por medio del miedo. Ellos son los que más tienen que perder, a nosotros ya no nos queda nada, a los millones de personas que no tenemos empleo, a los miles de estudiantes que no pueden permitirse el derecho de estudiar, a las personas que se vieron obligadas a meterse de la formas que fuera en una casa que no era suya y a toda la población… ya no nos queda nada más que un sueño se cumpla: La caída de los de arriba, su derrumbe será nuestra forma de compensar la balanza y da igual si hoy somos terroristas para ellos, da igual que seamos tachados de radicales, no importa que se cuestione nuestra ética y moral porque cuando se vive en un estado que se dirige al totalitarismo por medio de una extrema derecha que prohíbe e incluso ilegaliza Derechos Humanos, una simple manifestación deja de servir y la radicalización contraria para la búsqueda del equilibrio la paz y la justicia está justificada.



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