lunes, 18 de julio de 2011

Repercusiones.

   De nuevo la historia se repite y para colmo delante de toda la familia. Hortensia a vuelto a ridiculizar a su marido delante de todos, y desgraciadamente no es la primera vez que lo hace. Entonces... ¿Por qué no dialoga con su mujer para hacerla saber que le incomodan sus ridiculizaciones? Te preguntarás tú, pero la respuesta es clara para el señor Perez, el nunca hablaría claramente sobre eso con su mujer por miedo a una posible acusación  contra él de conducta infantil o inmadura. Por ello prefiere tragarse la rabia y soltarla en el trabajo, ya que como es el jefe, no tendrá problemas ni reproches.
   A Martín le tiemblan las manos, el pasillo que recorre todos los días ahora se le hace eterno y suda. Esto le pasa siempre que le llama su jefe, el señor Perez. Tras un interminable camino llega a la puerta de cristal tintado en la que pone Sr.Perez y entra. Allí el señor Perez muy cabreado, entre gritos y faltas de respeto pero sin pretextos, decide recortar las vacaciones y el sueldo de Martín a cambio de un aumento de horas laborales. Ahora Martín tiene los ojos rojos, le gustaría dialogar con su jefe, darle un bofetón o dos, gritarle o mandarlo a la mierda, pero pondría en riesgo su empleo y es lo único que mete dinero en casa, por lo que se calla y largase del despacho de el señor Perez cabizbajo y silencioso.
   Martín sale del trabajo y cree que lo mejor antes de llegar a casa es tomar algunas copas en el bar de al lado. Esto es un grave error porque es de esta manera por la cual Martín perderá la consciencia de sus actos. después de unas cuantas rondas de ácido limón mezclado con tequila, decide subir a casa, donde le aguarda una mujer preocupada que le lanza un sinfín de preguntas una vez cruza la puerta de la entrada. Martín pierde la paciencia y encuentra en esa situación la válvula de escape para toda su ira contenida. Martín abre los ojos y ve a su mujer llorando y sangrando en el suelo, su mirada provoca en el corazón de Martín mucho dolor, tanto que los desgarros es los nudillos de Martín son insignificantes. Esa noche ninguno de los dos duerme, solo piensan y lloran.
   Martín se odia, no es la primera vez que se le va la mano con su mujer, aunque esta vez a sido la peor, no sabe porque pero piensa que golpeando se va a liberar de todo lo acumulado, pero de nuevo vuelve a caer en la cuenta de que eso no sirve, que tan solo hace que te odies más y estés más vacío pero de nuevo, tarde.
   Marga va cojeando al colegio, con la visibilidad de un solo ojo, ya que el otro permanece oculto bajo el hinchazón de su parpado derecho. Muchas son las madres que la preguntan que qué es lo que la ha pasado y ella convencida contesta que un travieso escalón la traicionó.
   Tamára sale tímida de clase y le entrega las notas a su madre, Marga. Esta ve que Tamara ha suspendido una asignatura. Ahora es Marga quien ve esa válvula de escape y decide empezar a insultar a su hija como castigo. Viendo que eso no saciaba su ira, ya en casa decide empezar a golpear a su asustada hija Tamara.
   Lágrima tras lágrima tamara ve en su habitación soledad por todos lados y pañuelos en su regazo que limpian la sangre de su cara. Ella no comprende por qué se pone así su madre, por qué no habla en vez de pegar o insultar, de hecho, Tamara ahora no entiende nada, nada excepto una cosa y es que su única amiga es esa salida de enfrente, una ventana que abierta de par en par susurra ¡Ven! Tras un rato pensando en el borde de la ventana, Tamara decide que sus últimas palabras van a ser "¡adiós mamá!" y salta.
   Historias así ocurren todos los días, en cualquier lugar, historias así son el resultado de la falta de valor y responsabilidad. Si las cosas se hubiesen hablado quizás Marga no estaría coja de por vida, si todos se responsabilizaran más de sus actos, quizás Tamara aún estaría viva, y en tus manos está evitar trágicas historias como esta.
   "No intentes ayudar a nadie si no eres capaz de ayudarte a tí mismo".

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