miércoles, 7 de agosto de 2013

Camino a la leyenda de la Libertad.

   De nuevo me repito en el tema, otra vez vuelvo con la misma canción, retorno para aburriros con el mismo tema; Pero es la única manera que encuentro, y creo que puede funcionar, para poder conseguir el movimiento necesario para cambiar lo que queramos.
   Sigo viendo a ese inconsciente animal, tan aislado y desconocedor de su poder, tan perdido y decrépito que da hasta asco. Sigo viendo a ese humano mirar hacia abajo y acatar lo injusto e indigno, veo a personas pasando hambre y que no se molestan en quejarse, porque por lo menos tienen trabajo, una sociedad en la que solo hablan unas cuantas en lugar de todas las personas, un mundo lleno de malos contrastes, violentas y abruptas diferencias, pero a pesar de ello, él sigue ahí, aguantando en chaparrón en vez de unir fuerzas para cambiar todo.
   Hastiado, sofocado ya de gritar a todos esos que no vale con farfullar, refugiarse o implorar perdón divino. No se dan cuenta de que cada vez más, la violencia con la que nos sacuden las "normas" y "medidas" de "mejora", nos ahoga hasta el punto de odiarnos a nosotros mismos, sin darse cuenta siquiera de quienes son los reales culpables.
   A día de hoy se siguen escuchando atrasados comentarios, se sigue viendo gente que se aferra a una fe de manera irresponsable, gente ciega e ignorante, que son leales a aquellos que les están robando el pan a sus hijos y familias enteras, son aquellas personas de entendederas cerradas, las que sumadas al conformismo sumiso de la sociedad, hacen de la tarea de crear movimiento, que ejerza cambio, una tarea imposible.
   Llegan momentos en los que ya no sé si debería de desentenderme de la sociedad entera, de todos y cada uno de sus componentes y mirar solo por mí y llevar a cabo una independencia a escala social o si seguir intentando que todos y todas vean su realidad con la responsabilidad suficiente cómo para saber que van a actuar en consecuencia.
   Como he dicho, no sé que tendría que hacer, pero lo que si sé, es que por este camino, acabaremos creyendo en la libertad como utopía, en los derechos como sueños, y en la dignidad como leyenda.

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